Bochinche
Era una mañana
como cualquier otra en la agitada vida del Puerto
de la Guaira.
Los
barcos atracaban y partían hacia sus derroteros
en el Caribe o Europa. En una de estas embarcaciones
“El Safhir”, se congregaban imnumerables
marineros que acarreaban baúles. Un hombre
de tez láctea y venerable edad, tenía
los ojos adheridos sobre aquellos pesados fardos.
Su rostro, surcado por profundas grietas, revelaba
el cansancio que fatalmente lo vencía.
Abordo, el Capitán percataba la presencia de
aquel personaje.“Medía cerca de cinco
pies, diez pulgadas, sus ojos eran grises, su mirada
rápida, penetrante y algo desconfiada, su nariz
larga de tipo más bien ingles que latina, de
cabellos canos pero no blancos, con brillo acerado,
los cubría con peluca. En la oreja izquierda
lucía un zarcillo no muy grande de oro. Toda
su figura de constitución proporcionada, irradiaba
fuerza, energía, tenacidad y salud. ”
En aquellos baules, no sólo se encontraba el
ajuar de aquel hombre y su pecunio que ascendía
a 22 mil pesos de plata y mil doscientos de oro, también
estaba el valioso diario de sus andanzas por el mundo,
junto al testimonio de influyentes mujeres y hombres
que lo acompañaron en la realización
de sus sueños.
Pese a su cansancio, esa noche, aquel personaje tendría
razones para mantenerse vigilante. A las tres de la
mádrugada era despertado por su anfitrión,
el Comandante del Puerto de la Guaira, Manuel de las
Casas y conducido a un calabozo, cerca de allí.
La noche anterior había sido increpado implacablemente
por varios oficiales, entre ellos, un joven teniente
coronel, de muy baja estatura, quien habría
de entregarlo a sus enemigos.
-¡Usted nos traicionó General, lo arrestamos
en nombre de la República
-¡Bochinche...bochinche...ustedes
no sirven sino para el bochinche !