Monteverde
El cinco de julio de 1811, con la
excepción de un diputado se votó la declaración de independencia.
En Caracas y otras ciudades los habitantes destruyeron
los retratos del rey y desecharon todo vestigio de
su antigua relación con el viejo orden
Al haber cortado relaciones con España y sin
recibir reconócimiento diplomático de
Estados Unidos e Inglaterra, la economía comenzó
a desplomarse. La inflación se disparó
y el descontento procedente de la clase pudiente,
dueña de los ingenios y de las tierras, produjo
una sublevación que fue sometida por el pueblo.
En Valencia, la situación tuvo otro cariz.
Los rebeldes simpatizantes del rey y la inquisición
habían tomado la ciudad. Al mando de cuatro
mil hombres, Miranda, salió decidido a reconquistarla.
Dos semanas duró el sitio. La mitad de los
hombres comandados por el venezolano fueron sacrificados.
Valencia fue conquistada a un alto precio.
La tregua duraría muy poco.
Desde Coro, reducto de los realistas fue enviado el
capitán Domingo Monteverde al mando de doscientos
treinta hombres en ayuda de sus aliados sublevados
en Siquisique.
Envalentonado con el triunfo, Monteverde continuó
su marcha hacia Carora, donde también izó
el estandarte español, después de rendirse
la guarnición de trescientos hombres sin disparar
un tiro.
En el entreacto un terremoto mató a más
de diez mi personas, entre hombres, mujeres, niños
y soldados de la embrionaria República. Se
desató; hambre y epidemias. La desgracia repercutió
en la región central repúblicana. En
cambio al norte, ocupado por los realistas, el terremoto
causó mínimo impacto. Tal circunstancia
fue aprovechada por los religiosos para iniciar una
campaña propagandística contraria a
los intereses de la República.
Monteverde explotó como buen oportunista esta
deplorable coyuntura para invadir Barquisimeto que
había quedado devastada después del
terremoto. Con la ocupación de la ciudad, sus
fuerzas alcanzaron los mil soldados. El capitán español siguió hacia
San Carlos. Entretanto, Miranda era nombrado Generalísimo
en jefe del ejército de la República,
un ejército deprimido moralmente, cuyos miembros
se entregaban a la bebida, el saqueo y el pillaje.
El Generalísimo salió a hacerle frente
a Monteverde. Con un ejército superior al de
aquel.